Para mí era así, especial, irreal, ideal, inmoral, sensual, pasional, bestial, irracional, supernatural, inmortal, sideral, nocturnal, mmmm, ¡en fin! Ella era todo eso y más… rumbo al estacionamiento caminamos con una lentitud clásica en chavos que van de vuelta a casa después de una ardua jornada escolar, por lo precipitado de los sucesos estaba apachurrando mi mochila, imaginé que las libretas se habrían doblado - ¡ching...! – me apresuré a abrir la mochila, -¿Qué pasa?- por suerte no se maltrataron –ponlas atrás para que no te estorben, ¿Quieres escuchar música o algo así?- …
…me preocupaba su actitud y ese sentimiento de culpa, de menospreciarse, de considerarse un objeto que se usa y se desecha, “¿tan mal te había tratado la vida y las personas?” le miré las piernas en constante movimiento…Las mesas, los asientos, el decorado, el ¡ambiente mismo!, las tonalidades del interior lo hacían a uno transportarse a otra dimensión, a otra época. Con sus tonalidades crema y café, terracota, hojas secas, madera exótica además de sintético por aquí y por allá… ella eligió una mesa en la penumbra, parecerá cursi, pero el espacio tiempo era ¡tan romántico! Que me ganó la risa…
…ni por un segundo me soltó la mano, aun cuando nos sentamos, nuestros dedos entrelazados sobre la mesa, mi mano comenzó a sudar en realidad no sabía si era la mía o la suya; -¿Por qué no te quitas los lentes? Hasta hoy, que ya es demasiado tiempo, ¡creo! De conocernos, aun no conozco de qué color son tus ojos-, -¿Sabes?- y como queriendo ocultarse de algo o alguien me dijo en voz baja, casi fue un susurro –es que, ¡soy bizca!- comenzó a reír a carcajadas, dos o más parejas y un solitario tal vez bohemio con el alcohol a un lado nos miraron inquisidoramente, -o ¿tal vez tienes un ojo de vidrio?- repuse y continué –o ¡estas tuerta!- , -¡si!- contestó, compartí su gozo y alegría, continuamos riendo por unos instantes –no lo digas ni de broma- yo estaba encantado y alucinado con ella, cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, cada instante que transcurría bendecía el momento en que la había conocido, estaba dispuesto a no dejarla ir por nada del mundo, pelearía contra legiones por ella, así temblara, lloviera, tronara o relampagueara no la dejaría ir jamás, moriría con ella, renacería con ella…
…¡me desilusioné feo! Miré hacia otro lado, los autos pasaban a gran velocidad, no lo podía creer había herido mis más profundos sentimientos, había desgarrado una parte de mi corazón, un vacío en mi estomago comenzó a expandirse más y más a pesar de la arrachera ingerida minutos antes, el vacío comenzó a contraer los músculos de mi estomago y trataba de expulsar el alimento combinado con jugos gástricos, la boca de mi estomago batallaba por contenerlos ¡me dieron nauseas! Hasta ese momento nuestros dedos entrelazados por horas rompieron el enlace que parecía inquebrantable, me levanté un poco mareado –discúlpame, ahora vuelvo-, -¿Qué tienes?- con mi actitud y ademanes traté de calmarla y me alejé lentamente de la mesa, di varios pasos de frente a ella hasta volverme y darle la espalda, me dirigía al baño, en el trayecto el ambiente se volvió muy pesado, comencé a sentir un calor insoportable, una sensación horrible de falta de aire, comencé a odiar el lugar, el restaurante, los meseros, los garroteros, la recepcionista, las mesas, la comida, los comensales, el olor a limpio, ¡tanta pulcritud me enfadaba! El olor a champú impregnado en el piso, el sonido de los cubiertos al ser frotados en los platos, el murmullo de la gente…
…el suéter amarrado a mi cintura, se aflojó el nudo hecho con las mangas, lo apreté nuevamente, entre al baño, me dirigí a los lavabos y me toqué la frente, ¡38 grados de temperatura y en ascenso! Me estaba poniendo histérico… ya de regreso, mientras caminaba por las mesas, la miré ya sin lentes, los había colocado sobre la mesa, ella tenía la mirada fija en dirección a la carretera, me miró y sonrió, por vez primera miré sus ojos, brillantes, de un verde opaco, verde sensorial, verde sobrenatural, verde celestial…
Bebimos agua, preferimos agua de frutas, el calor había disminuido y no resultaba tan sofocante como al inicio, repentinamente el ambiente cambió ya no lo sentía tan nauseabundo; nos miramos a los ojos, dentro de una sonrisa sus enormes dientes blancos como perlas marinas relucían confortablemente, sus mirada peleaba por aparentar inocencia y malicia a la vez, comenzamos a abstraernos de la realidad sus ojos brillaban por las ideas y sensasiones que pasaban por su mente y nos sumergimos en un abismo tan inmarcesible rodeado por un silencio espacial, un abismo alejado de toda realidad, sólo los dos mirándonos trasmitiendo ideas, planes, locuras y tan solo con mirarnos…beber agua, contraer, tensar y aflojar los labios; una reacción facial y en un momento nuestras manos se volvieron a enlazar, mis dedos acariciando los suyos, blandos, lisos, cuidados, las uñas uniformemente barnizadas y nada de palabras…
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